martes, 16 de diciembre de 2008

MI CREDO



- Creo en un solo Dios, concebido por las distintas personas en el mundo de una forma diferente: Dios de Abraham, el Dios de Mahoma y en el de las demás religiones. Cada uno lo hemos aprendido y lo interiorizamos en nuestra vida de una forma distinta, no por ello ni mejor ni peor. Es un Dios para todos, porque para todos es el Dios del amor. Y además es un Dios creador en el que también creo, un Dios de una creación no finita sino en evolución constante hasta el final de nuestros días.

- Creo en Jesús, Hijo de María y de José que han sabido escuchar, una antes que el otro la llamada de Dios a concebir el Salvador del mundo. Dios ha tomado parte de esa concepción.

- Creo en su vida, desde el principio, en la educación religiosa que sus padres le han dado y en cómo él también fue escuchando la voz de Dios, su Padre, para llevar a cabo una misión en el mundo.

-Creo que el camino no fue fácil, creo en que estuvo tentado a renunciar, a dejarlo todo, a creer que se estaba equivocando. Creo que murió con esas dudas pero que la confianza en Dios era tan grande que sabía cuál era su camino, y que todo eso tenía sentido pleno. Por eso llegó al final.

- Creo en su generosidad, en su amor, en su entrega, en su sacrificio, en sus ganas de trabajar y de orar, en su afán por liberar a las personas de cargas provocadas por la ley y por la concepción de pecado que el siempre relativizó. El “yo te perdono, vete y no peques más…” no significa que si vuelves a pecar yo me voy a cansar de perdonarte, sino que aunque vengas a mi mil millones de veces con pecado, yo te voy a perdonar. Esa es la gran garantía de que Dios por medio de Jesús no puede condenar, en él solo cabe el cielo, la paz, la serenidad. Siempre el perdón de Dios será más fuerte que la muerte y el pecado.

- Creo en la resurrección y la vida eterna y la alegría perennes.

- Creo en la Iglesia entregada, humilde, desprendida, pobre, exenta de riquezas o por lo menos que estas riquezas sirvan para entregarlas a los más necesitados. No creo en la seguridad del dinero dentro de la Iglesia sino en el dinero como forma de ayudar a la gente.

- Creo en una Iglesia a imagen de Jesús, no una Iglesia que nos hacemos a nuestra manera, con nuestros dogmatismos, nuestras condenas, nuestra forma de apartar y no atraer; creo en una Iglesia que ama sin condiciones y que quiere unir no separar.

- Creo en una liturgia no como rito, sino como medio para orar, acercarme a Dios y escucharlo mejor. Para ello ese rito tiene que ser alegre, porque Jesús era alegre, tiene que ser libre según los que participen porque la unidad en la Iglesia no la hace la liturgia, lo que nos une es el mismo Dios. Tiene que ser una celebración que nos sirva para la vida, que nos diga algo, que nos atraiga, que nos llame a ser mejores personas cada día. Tiene que ser una celebración del encuentro con el Dios vivo que está en medio de la comunidad y que nos acompaña “todos los días hasta el fin del mundo”. Tiene que ser una celebración desde la verdad, sabiendo que es un sacramento y eso significa un símbolo. Es simbólico, ese signo nos acerca a Dios.

- Creo en un sacerdocio en donde la entrega, la caridad, la escucha, la generosidad, la oración, sean los pilares, y siempre en comunidad, no desde la soledad. Creo en un sacerdocio de hombres casados, o no, pero por el que cada uno opte. Un sacerdocio en el que tener una familia propia no es escollo para una entrega radical sino que es un impulso para esa entrega más fuerte cada día. Decía Pablo “cómo vais a amar a Dios al que no veis si no amáis al hermano que veis y tenéis al lado” Pues del mismo modo, cómo vamos amar si no sabemos lo que es sentirse amado. Cada uno sentirá ese amor de distintas maneras, a algunas personas les será suficiente con el amor de amigos, el amor de la familia, el amor de los compañeros… pero eso no quiere decir que a otros muchos, a parte de ese amor, les sea también necesario el amor de una pareja a quien contarle los problemas, con quien convivir, a la que amar y sentir amor, a la que entregarse en cuerpo y alma. Si Dios está en todos, una entrega por esa persona es una entrega también a Dios.

- Creo que lo de la exclusividad del amor a Dios es lo más anticristiano que hay. Dios nos pide amarlo a el en los hermanos, y sabemos que a lo largo de toda la historia de la humanidad, nuestro corazón se inclina más por unas personas que por otras, siempre será así y eso no significa que no queramos a otras personas sino que las queremos de forma diferente. Amar a Dios por medio de una pareja, por medio de unos feligreses, por medio de la gente en general, es el camino. Dios sabe que ese amor particular es la expresión del amor a El.

- Creo en la Iglesia participativa, democrática, donde la última palabra la tenga la Iglesia –no precisamente entendida la Iglesia como solo la jerarquía- global, donde los obispos, sacerdotes y diáconos sean una gota más en el inmenso océano. No creo en una Iglesia dictatorial sino en una Iglesia dialogal, promocional, amante, cercana, sincera, comprometida, sensata, coherente, puesta al día, liberadora, Iglesia de pobres para los pobres y también para los ricos, una Iglesia alegre, que busca la unidad con las demás confesiones, una Iglesia que sabe pedir perdón y perdonar, que no juzga sino que propone, una Iglesia en el que TODOS/AS tienen cabida, nadie queda excluida de ella.


- Creo en el Espíritu Santo que alimenta, anima y da fuerzas a las personas. Un Espíritu de vida que busca lo mejor y que es esa fuerza interior que nos impulsa a un compromiso concreto.

AMÉN, ASÍ LO CREO Y ASÍ LO MANIFIESTO.

1 comentario:

  1. Creo en la gente como tú, que lucha por un mundo mejor y que no se calla, pese a quien le pese. Gracias por compartir tus ideas con nosotros

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