lunes, 22 de diciembre de 2008

SENTIMIENTO Y EMOTIVIDAD


Muchos de nosotros observamos que al ofrecer una noticia, algunos medios de información traspasan a veces los límites de la decencia.

Eso se observa en la “información del corazón” y en algunos espacios televisivos que se ensañan en el dolor de la persona. Ya es sintomático que se llamen “reality shows”: espectáculos de la realidad.

Hay programas que pretenden solucionar graves problemas como una crisis matrimonial. Las grandes crisis de la convivencia no se superan con el fácil expediente de preparar la sorpresa de un encuentro ante las cámaras, de propiciar un abrazo y provocar unas lágrimas más o menos sinceras.

En muchos programas de televisión se confunde el sentimiento con la emotividad. El sentimiento es noble y se manifiesta en un compromiso personal concreto. La emotividad, en cambio, es pasajera y espectacular. Es muy fácil provocarla, jugar con ella y olvidarla.

Algo parecido ocurre con motivo de una gran catástrofe. En ese caso el protocolo está ya diseñado de antemano. Se buscan personas particularmente afectadas por la desgracia y se les arrancan confesiones que puedan tocar las fibras más hondas del alma. A fin de cuentas, se sacan a la luz los sentimientos de las víctimas para excitar la sensibilidad de los espectadores. El dolor humano se convierte en espectáculo. Y en el espectáculo se busca la rentabilidad.

Pero los fines perseguidos, por nobles que sean, no justifican cualquier medio empleado. Esa operación mediática es una violación de la intimidad de las personas. Los medios de comunicación pretenden ser fieles a la noticia, pero con alguna frecuencia la manipulan de forma que las emociones de las personas salgan a la superficie. Y efectivamente, la emotividad es superficial y epidérmica, mientras que los sentimientos son profundos.

Los sentimientos no deberían convertirse jamás en objeto de espectáculo. Violar los sentimientos de las personas es traspasar unos límites sagrados. Con ello se objetiviza a la persona, se la instrumentaliza, se la convierte en mercancía, La persona deja de ser mirada como un fin para convertirla en un medio.

Con ello se trivializa a la misma persona, sus reacciones y sus relaciones. Se la profana. No se tiene en cuenta el valor ético de la “piedad” hacia la persona que sufre. Pero de esa forma sólo se contribuye a crear un mundo “despiadado”. Así no se humaniza a la sociedad, sino que se la deshumaniza. Al herir a la persona se envenena la convivencia.

Es urgente educarnos para descubrir la dignidad de las personas y para poner en práctica el respeto que se debe a cada una.

José-Román Flecha

INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES


La inmigración es hoy uno de “los signos de los tiempos”, que atrae la atención de creyentes y no creyentes, de los representantes de las instituciones internacionales, de los gobiernos y de las organizaciones no gubernamentales.

Ante este fenómeno, se repite con frecuencia la palabra “integración”. Ante los modernos flujos migratorios, la integración se considera un derecho de los inmigrantes mientras que al país de acogida corresponde el deber de facilitarla.

La integración de los inmigrantes no puede equivaler a un proceso de uniformización cultural. Nadie está autorizado para arrasar la cultura de los demás. La familia tiene derecho a educar a los suyos de acuerdo con sus valores, siempre que éstos no supongan un atentado contra la dignidad de la persona ni contra el bien común.

Por otra parte, el respeto a la lengua y cultura de los inmigrantes no exime a la sociedad de acogida de articular los medios para ofrecerles los instrumentos culturales necesarios para integrarse en ella. En este caso, tan injusto es imponer la lengua del país que acoge como no ayudar a los inmigrantes a aprenderla y usarla adecuadamente.

De todas formas, la experiencia histórica de las dificultades con las que siempre contó la pretendida convivencia de las tres grandes religiones en España así como la problemática integración del pueblo gitano deberían ayudarnos a no caer en un ingenuo optimismo.

Si la migración es hoy uno de los “signos de los tiempos” que más fuertemente interpelan a la sociedad, la integración de los inmigrantes parece una preocupación inevitable para la administración y para las organizaciones sociales, para los ciudadanos y para los cristianos.

La integración de las familias de los inmigrantes y los refugiados ha empeorado con respecto al pasado. Es preciso fomentar el respeto a la mujer y redescubrir el verdadero valor del amor. Es necesario asegurar a las familia un alojamiento digno. “A los refugiados se les pide que cultiven una actitud abierta y positiva hacia la sociedad que los acoge, manteniendo una disponibilidad activa a las propuestas de participación para construir juntos una comunidad integrada, que sea “casa común” de todos”.

La nueva realidad de la inmigración está exigiendo de todos un nuevo esfuerzo para entender las posibilidades y riquezas de una sociedad intercultural. Es urgente aprender a dialogar.

Pero es sobre todo en el servicio de la solidaridad y de la caridad donde puede hacerse efectivo el encuentro intercultural e interreligioso. El pluralismo multicultural que se observa en nuestra sociedad es visto ya por muchos como un desafío a los valores occidentales que se tenían por incuestionables hasta ahora.

La nueva situación está exigiendo una conversión de nuestras actitudes personales, pero también una urgente y profunda reforma de nuestras estructuras, tanto sociopolíticas cuanto eclesiales.

martes, 16 de diciembre de 2008

DECÁLOGO PARA UN MATRIMONIO FELIZ

Para muchos amigos/as casados que les vendrá bien y para otros solteros que tienen que casar y que, quizás, les venga bien tener a mano.

1.- Nunca os enfadéis los dos a la vez, esto implica autodominio para controlar la ira que nos transporta cuando estamos discutiendo.

2.- Nunca os gritéis. Moderación, educación y respeto ante todo, el grito es en si mismo una agresión independientemente de lo que se diga.

3.- Si alguien tiene que vencer en una discusión, deja que sea el otro. La aparente derrota es, en realidad, una gran victoria sobre nosotros mismos. El problema con una discusión es que muchas veces se busca más ganarle a la pareja que encontrar caminos y soluciones a los problemas.

4.- Si tienes que criticar algún defecto o actitud hazlo con amor.

5.- Jamás le eches en cara los errores del pasado. Comprensión y amor con las debilidades del otro. Ya lo decía Víctor Hugo en su famoso libro de “Los miserables”: ser misericordioso es saber dónde están las heridas del otro y no tocarlas

6.- No dramaticéis las cosas sencillas. Simplificad las cosas trágicas.

7.- Nunca te acuestes con algún problema sin resolver. Humildad para hablar, aceptar lo que de culpa nos corresponda en cada desacuerdo. Olvidar los resentimientos y rencores, confiar en la pareja y prepararse para el perdón. Cuando te equivoques admítelo y pide disculpas.

8.- Recuerda decir, por lo menos una vez al día, algo cariñoso a tu pareja.

9.- Aceptad vuestra situación. Como decía Quoist: si no podéis construir el castillo soñado, construid una cabaña, pero no seréis felices en vuestra cabaña mientras sigáis soñando con el castillo.

10.- No por ser la última la menos importante, sino la más importante de todas: que Dios siempre forme parte de vuestra vida y que no dejéis ni un solo día sin recordarlo.

MI CREDO



- Creo en un solo Dios, concebido por las distintas personas en el mundo de una forma diferente: Dios de Abraham, el Dios de Mahoma y en el de las demás religiones. Cada uno lo hemos aprendido y lo interiorizamos en nuestra vida de una forma distinta, no por ello ni mejor ni peor. Es un Dios para todos, porque para todos es el Dios del amor. Y además es un Dios creador en el que también creo, un Dios de una creación no finita sino en evolución constante hasta el final de nuestros días.

- Creo en Jesús, Hijo de María y de José que han sabido escuchar, una antes que el otro la llamada de Dios a concebir el Salvador del mundo. Dios ha tomado parte de esa concepción.

- Creo en su vida, desde el principio, en la educación religiosa que sus padres le han dado y en cómo él también fue escuchando la voz de Dios, su Padre, para llevar a cabo una misión en el mundo.

-Creo que el camino no fue fácil, creo en que estuvo tentado a renunciar, a dejarlo todo, a creer que se estaba equivocando. Creo que murió con esas dudas pero que la confianza en Dios era tan grande que sabía cuál era su camino, y que todo eso tenía sentido pleno. Por eso llegó al final.

- Creo en su generosidad, en su amor, en su entrega, en su sacrificio, en sus ganas de trabajar y de orar, en su afán por liberar a las personas de cargas provocadas por la ley y por la concepción de pecado que el siempre relativizó. El “yo te perdono, vete y no peques más…” no significa que si vuelves a pecar yo me voy a cansar de perdonarte, sino que aunque vengas a mi mil millones de veces con pecado, yo te voy a perdonar. Esa es la gran garantía de que Dios por medio de Jesús no puede condenar, en él solo cabe el cielo, la paz, la serenidad. Siempre el perdón de Dios será más fuerte que la muerte y el pecado.

- Creo en la resurrección y la vida eterna y la alegría perennes.

- Creo en la Iglesia entregada, humilde, desprendida, pobre, exenta de riquezas o por lo menos que estas riquezas sirvan para entregarlas a los más necesitados. No creo en la seguridad del dinero dentro de la Iglesia sino en el dinero como forma de ayudar a la gente.

- Creo en una Iglesia a imagen de Jesús, no una Iglesia que nos hacemos a nuestra manera, con nuestros dogmatismos, nuestras condenas, nuestra forma de apartar y no atraer; creo en una Iglesia que ama sin condiciones y que quiere unir no separar.

- Creo en una liturgia no como rito, sino como medio para orar, acercarme a Dios y escucharlo mejor. Para ello ese rito tiene que ser alegre, porque Jesús era alegre, tiene que ser libre según los que participen porque la unidad en la Iglesia no la hace la liturgia, lo que nos une es el mismo Dios. Tiene que ser una celebración que nos sirva para la vida, que nos diga algo, que nos atraiga, que nos llame a ser mejores personas cada día. Tiene que ser una celebración del encuentro con el Dios vivo que está en medio de la comunidad y que nos acompaña “todos los días hasta el fin del mundo”. Tiene que ser una celebración desde la verdad, sabiendo que es un sacramento y eso significa un símbolo. Es simbólico, ese signo nos acerca a Dios.

- Creo en un sacerdocio en donde la entrega, la caridad, la escucha, la generosidad, la oración, sean los pilares, y siempre en comunidad, no desde la soledad. Creo en un sacerdocio de hombres casados, o no, pero por el que cada uno opte. Un sacerdocio en el que tener una familia propia no es escollo para una entrega radical sino que es un impulso para esa entrega más fuerte cada día. Decía Pablo “cómo vais a amar a Dios al que no veis si no amáis al hermano que veis y tenéis al lado” Pues del mismo modo, cómo vamos amar si no sabemos lo que es sentirse amado. Cada uno sentirá ese amor de distintas maneras, a algunas personas les será suficiente con el amor de amigos, el amor de la familia, el amor de los compañeros… pero eso no quiere decir que a otros muchos, a parte de ese amor, les sea también necesario el amor de una pareja a quien contarle los problemas, con quien convivir, a la que amar y sentir amor, a la que entregarse en cuerpo y alma. Si Dios está en todos, una entrega por esa persona es una entrega también a Dios.

- Creo que lo de la exclusividad del amor a Dios es lo más anticristiano que hay. Dios nos pide amarlo a el en los hermanos, y sabemos que a lo largo de toda la historia de la humanidad, nuestro corazón se inclina más por unas personas que por otras, siempre será así y eso no significa que no queramos a otras personas sino que las queremos de forma diferente. Amar a Dios por medio de una pareja, por medio de unos feligreses, por medio de la gente en general, es el camino. Dios sabe que ese amor particular es la expresión del amor a El.

- Creo en la Iglesia participativa, democrática, donde la última palabra la tenga la Iglesia –no precisamente entendida la Iglesia como solo la jerarquía- global, donde los obispos, sacerdotes y diáconos sean una gota más en el inmenso océano. No creo en una Iglesia dictatorial sino en una Iglesia dialogal, promocional, amante, cercana, sincera, comprometida, sensata, coherente, puesta al día, liberadora, Iglesia de pobres para los pobres y también para los ricos, una Iglesia alegre, que busca la unidad con las demás confesiones, una Iglesia que sabe pedir perdón y perdonar, que no juzga sino que propone, una Iglesia en el que TODOS/AS tienen cabida, nadie queda excluida de ella.


- Creo en el Espíritu Santo que alimenta, anima y da fuerzas a las personas. Un Espíritu de vida que busca lo mejor y que es esa fuerza interior que nos impulsa a un compromiso concreto.

AMÉN, ASÍ LO CREO Y ASÍ LO MANIFIESTO.

La vida es demasiado breve para ser mediocre



Que la vida es breve, lo sabemos todos; quizá los jóvenes se imaginan que sí es larga, pero a la medida que pasan los años va penetrando en la mente la irrefutable sensación de que los años pasan, vuelan y no retornan.
Cuando una persona es abuelo por primera vez, es agridulce sorpresa, dulce por el nieto, agrio por lo de abuelo; pero... no hay más remedio que aceptarlo. Ante esta realidad de la brevedad de la vida, muchos toman sus precauciones, se apresuran desde la juventud a sacarle jugo a la vida; creen con fe ciega que esa es la mejor forma de aprovechar la juventud; y en realidad hacen una sola cosa, dedicar los primeros años de la vida a hacer infeliz el resto de ella, hacen alianza con el vicio: la botella, la droga, el sexo, uno de ellos o los tres a la vez..., mejor los tres que uno; se triplica el placer.
No es infrecuente en estos jóvenes la pereza y el abandono en el estudio, la ligereza e inmadurez en el amor con toda clase de experiencias y el abandono de los restos de fe y valores morales de la infancia. La "ley", es el "placer"; a más placer más vida. Si uno es avanzado en años suele apresurarse aun más que los jóvenes, porque piensa: ‘Estoy haciéndome viejo y no he disfrutado lo suficiente; comamos y bebamos, que mañana moriremos’, en el famoso adagio latino "Carpe diem": "Sácale jugo a la vida"... Y dicho y hecho, se dan prisa en apurar las copas, porque la fiesta se acaba.
Pero algunos piensan que la vida es demasiado breve para ser pequeña, para ser mediocre; ellos también tienen prisa, pero otra clase de prisa y afán, y por eso, desde la misma juventud ponen las bases para hacer constructivo el resto de esa vida. No esperan a ser adultos para sentar cabeza y así: Aprietan en el estudio, aunque les llamen mataditos; no juegan con el amor, porque saben que se queman; no dan un puntapié a sus valores morales, porque saben que los necesitan. Si al llegar a la madurez se percatan de que van rezagados, aprietan el paso porque les queda menos tiempo para hacer algo grande en este mundo. Y si han llegado a la tercera edad, y ven su tarea bastante incumplida en esta vida, se apresuran a hacer y completar lo que no hicieron en la juventud y en la madurez, porque saben, porque ven que ya no tendrán más tiempo y que, ahora o nunca.
Cuando llegan al final de la vida lo que se dieron prisa en divertirse y nada más, y los que se dieron prisa en cumplir su misión, ambos, miran hacia atrás; uno para decirse a sí mismo: ‘Más me valiera no haber nacido’, el otro para decir: ‘Valió la pena vivir’.
La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? ¿"Carpe diem" o "aprovecha el tiempo" porque la vida es demasiado breve para ser mediocre.?
Si la vida es breve y además la maltratas, eres un pobre hombre. Se vive una vez, se cumplen quince años sólo una vez. Tu sabrás lo que haces con esa pequeña vida.
Autor: P. Mariano de Blas

CRISTIANISMO DE BOLSILLO

Yo me pregunto: ¿De qué sirve una religión - cualquiera que sea -, si no es capaz de ofrecer a sus seguidores lo que ellos tienen derecho a esperar? : Respuesta a sus dudas, soluciones a sus problemas, profunda felicidad, un sentido a sus vidas, etc. ¿De qué sirve una religión si no hace mejores a sus seguidores? ¿De qué sirve - por ejemplo - ser católico, si el serlo no te hace ser más feliz, ni te hace sentirte fuerte, valiente ante las dificultades?. Si no eres mejor que los que no son católicos - repito -, ¿de qué te sirve tu religión?
Los hombres sin religión tienen derecho a decirte: "Demuéstrame que el tener una religión - por ejemplo, la católica -, me reporta bienes y me hace mejor". Antiguamente se decía de los cristianos: "Mirad, cómo se aman". ¿Se puede hoy decir esto también? Alguien con muy mala intención decía estas palabras: ‘Si ves que alguien va a los templos y despelleja con su lengua a su vecino, sospecha que es un cristiano’; y por desgracia muchas veces sucede así. Tu crees en Dios y vives tan amargado como yo; ¿de qué te sirve creer en Dios?. Vas a Misa los domingos y eres igual, si no peor que yo. ¿De qué te sirven tus Misas y tus rezos?
Son preguntas muy duras, pero tienen su punto de verdad. Los jóvenes, por ejemplo, que recibieron una formación religiosa e iban, o mejor dicho, eran llevados a Misa los domingos y les enseñaban a rezar, al llegar a esa edad en que todo se analiza y de todo se pregunta por qué, efectivamente, se preguntan: ¿Por qué tengo que ir a Misa, confesarme y rezar, etc.?
Si no tienen respuesta convincente dejan la religión como algo inservible, inútil, infantil, etc., y buscan como sustituto de sus creencias otras cosas, alguna teoría filosófica o psicológica, o lo que esté de moda en el pensamiento; si encuentran respuesta, entonces aceptan su fe con mayor madurez porque la ven útil, necesaria, enriquecedora.
Puede, incluso, ocurrir otra cosa, que se cambie de religión como si se tratase del cambio de un abrigo, o de una camisa; De esa manera demuestra qué hondas raíces tenía su anterior religión. El que cambia su fe de un día para otro, mala señal. Y quisiera decir una cosa para aclarar está cuestión: ¿Vale la pena seguir una religión? Depende. Si se vive a medias, ¡no!, si se vive en serio, ¡sí!; Claro que, si el problema de muchos es que ha reducido su religión a un cristianismo de Misa dominguera, a un cristianismo de bolsillo, sin exigencias, claro que esa forma de vivir no da nada, ni respuestas, ni felicidad, ni fortaleza, ¡nada!. Pero, hay otra forma de ser cristianos, que sí llena y ayuda y fortalece, que es ser cristianos de verdad.
El cristianismo es una religión que vuelve a los hombre felices, valientes realizados, pero con una condición, que tomen el cristianismo en serio. Miles lo toman en broma
Autor: P. Mariano de Blas

HOMES E MULLERES NON SOMOS IGUAIS


¡Tranquil@s! só vos pido que rematedes de ler estas liñas. Sei que o título é polémico, discutible, opinable, pero permitídeme, tamén respetable. De seguro que algunhas mulleres e homes que o estades a ler me tachades de machista, de seguro que sodes desos homes e mulleres que non me coñecedes. Todo tén a súa explicación. Entendédeme ben, os dous somos iguais en dereitos, en dignidade, en oportunidades laborais e de todo tipo, incluso ben sabedes que me gustaría que na Igrexa a muller tivese cada vez máis un papel saliantable, importante, punteiro, con cargos de responsabilidade…
Pero, non me refiro a esta desigualdade. Unha das razóns que se aluden para explicar os malos tratos ás mulleres é precisamente dicir que os homes non respetan que as mulleres teñen que ser iguais ca nós. ¿De verdade credes que os homes e as mulleres temos que ser iguais? A nosa ex-ministra de sanidade dixo en Xinebra que "A violencia de xénero non se exercería contra as mulleres se os homes as considerasen iguais, temos que avanzar en políticas de igualdade". Permítanme dicir a isto, que si realmente pensamos que a xénese dos malos tratos está nesta pretensión de igualdade, mal encamiñados imos. Evidentemente non podemos pedir que unha muller teña (xeralmente) a mesma forza física ca un home, non podemos pedir que un home (pola súa constitución psicolóxica, e falamos xeralmente), teña a mesma sensibilidade para a beleza, para o cuidado físico, para os detalles, para a dozura, para a ternura incluso…, características que as aporta o seu ser de nais, ou de futuras nais… nesto, non somos iguais, e non por desgracia senón diría eu, gracias a Deus, e que nos podemos enriquecer nesta diversidade.

¿Cal é a razón, pois, baixo o meu punto de vista, dos malos tratos? Supoño que non debemos de xeralizar, pero aí está a prepotencia, o saber que esa muller non poderá respostar a esa abofada (e por iso xa non se queda só nos insultos, que si son contestables), o querer ter un dominio total e absoluto sobre “alguén” que cren da súa posesión, e evidentemente tamén está o desequilibrio mental, psicolóxico que debe de correxirse. Permitídeme rematar cunha pregunta, ¿é posible maltratar e incluso matar a alguén a quen amas profundamente se non é debido a un desiqulibrio mental? A razón máis poderosa creo que é esa.
Espero que un día podamos ver que os malos tratos van a menos, pero nunca foron nin serán erradicados, porque sempre teremos a xente que se adique a aniquilar o que xa non poden controlar ou dominar. Coidemos destas mulleres, teñámolas preto de nós, axudémoslles a sair adiante, escoitémolas e axudémolas a poder reconstruir unha vida digna que é o que todo ser humano se merece.

XUVENTUDE, XERACIÓN DE LUCES E SOMBRAS



Podemos partir da constatación obxectiva de que estamos non só nunca época de cambios, senón tamén ante un cambio de época no que todos estamos incluidos, non só os nosos xóvenes, e que polo tanto tamén nos toca ós adultos cuestionar o noso mundo para poder dar unha resposta positiva ó deles.

Unha das características máis subliñables que vexo, é que os nosos xóvenes están ante un futuro incerto que os abruma e no que quizáis non pensen con demasiada madurez, pero tamén é certo que éste, que podería ser un valor, deixa de selo porque prima na súa vida o presente, o “xa” e o “agora”. Pensar no futuro quedou esquinado en pro da búsqueda do pasalo ben, disfrutar da vida, e adquirir no menos espacio de tempo todo tipo de experiencias que os fagan homes e mulleres, tamén “xa” e “agora”. E ó mesmo tempo a xuventude é unha idade autorreferencial, é decir, defínese en referencia a sí mesma independentemente do mundo adulto.

Non é menos chamativo o ver como o ser xove é un obxectivo en si mesmo, polo tanto é lóxico deducir que os xóvenes non están nin moito menos apurados por ser adultos, viven a xuventude como unha etapa válida en sí mesma, viven unha especie de presente continuo que non se define por ningunha finalidade e proxecto que os trascenda, é máis, os compromisos que vaian adquirindo son puntuais, unha vez adquiridos ou acadados, dilúense. O mundo adulto foise desmitificando como meta atractiva e incluso xa os adultos queren voltar a ser xóvenes.

Facer unha análese de cómo é a nosa xuventude non é doado en tan poucas liñas, quizáIs os xa indicados sexan uns rasgos entre outros moitos que a caracterizan pero que non deixan de acotala. Así e todo teño postas ilusións e esperanzas nesta xuventude á que todos criticamos con demasiada facilidade pero á que nos custa ver como o motor da nosa sociedade e como a fiestra do noso futuro.

LA PENA DE MUERTE EXISTE EN ESPAÑA. YO, ME APUNTO A LA VIDA



No hace mucho, me crucé con una pareja joven que, en el banco de una plaza, discutían, apasionadamente, sobre el aborto. Evidentemente, no pude captar qué posicionamientos tenían, qué tesis defendían, y las conclusiones a las que llegaban, pero me hizo proseguir mi camino reflexionando sobre el tema.
Curiosamente, ese mismo día, cuando llegué a casa y miré mis correos en Internet, tenía uno sobre este tema, justificando asombrosamente un posicionamiento proabortista.
Me considero una persona libre, muy libre, abierta de mente y de espíritu, una persona que intenta (no siempre lo consigue) empatizar con “el otro” para comprender mejor su realidad. Es parte de mi trabajo. Y siendo así, cada día me cuesta un poco más entender ciertas posturas y condenar otras, me duele el fanatismo integrista de los que dicen defender la vida y que se manifiestan en “pro” de ella, y que sin embargo no dicen ni “mu” sobre el asesinato despiadado que en este país se lleva a cabo contra inocentes. Me resulta vomitivo y totalmente intolerable que en una sociedad que se dice democrática, se permitan asesinar miles de seres humanos cada día, cada mes, cada año.
Permítanme profundizar un poco más en el tema con una cuestión jurídica que nos puede iluminar. El art. 15 de la Constitución Española (CE) comienza así: “Todos tienen derecho a la vida (...)”. Sin duda, la cuestión jurídica de mayor relieve consistía -y consiste- en interpretar el alcance de la expresión “todos”. En 1983, el Gobierno aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Reforma del art. 417 bis del Código Penal que despenalizaba el aborto en tres supuestos, uno de ellos especialmente inicuo, si es que la iniquidad admite grados: el eugenésico. Cincuenta y cuatro diputados interpusieron en 1983 un recurso previo de inconstitucionalidad contra el referido Proyecto, fruto del cual nació la polémica Sentencia del Tribunal Constitucional (STC) 53/1985. Esta sentencia negó al nasciturus la titularidad del derecho a la vida, limitándose a constatar que la vida de los nascituri es un bien jurídicamente protegido que puede colisionar con otros bienes o derechos de la madre que en determinadas circunstancias deben prevalecer.
Huelga decir que esas “circunstancias” y “derechos” se fueron estirando e interpretando hasta lo inverosímil, de forma que desde hace años en España basta con alegar una causa genérica para abortar. En España, en no pocos supuestos se permite el aborto en plazos verdaderamente escalofriantes y sin embargo no se buscan salidas para aquellas chicas que no quieren tener un hijo, pero que tampoco quieren abortar.
Las cifras dadas por el Ministerio de Sanidad y Consumo producen desasosiego. En 2005 hubo 90.105 abortos declarados. Además, el año 2005 arroja un aumento de “interrupciones voluntarias del embarazo” del 6,5 por ciento respecto del año anterior, por lo que cabe inferir que el número de abortos sigue creciendo; en este año 2008 las cifras se calculan en 112000 abortos cifra que empieza a darse a la increible edad de 10 años.
Desde la despenalización del aborto en 1985, se ha producido en España una matanza de muchos cientos de miles de seres humanos inocentes e indefensos, matanza que constituye un ejemplo elocuente de lo que ocurre cuando el Derecho se transforma, lisa y llanamente, en violencia e insensatez.
Desde luego que condenar a muerte a un criminal, que es un peligro para la sociedad, será una cosa discutible. Unos opinan que basta con la cadena perpetua. Otros opinan que de la cárcel se puede escapar y por lo tanto, la pena de muerte es el único modo de evitar que haya nuevas víctimas inocentes a quienes la autoridad civil tiene la obligación de proteger. Hay razones en pro y en contra. Por eso es una cosa opinable, aunque personalmente esté en total desacuerdo en quitar la vida a ningún ser humano. Sea como sea, otros hasta piensan en liberar a un asesino de 25 personas por “aprecio a la vida”, ¡qué ironías tiene la vida!. Pero condenar a muerte a un inocente, es una monstruosidad tal, que nadie puede considerarlo moral. Ni católico, ni no católico. Es más, me pregunto yo si todos los que están a favor del aborto serían capaces de llevarlo a cabo cuando viesen con sus propios ojos la vida que están extrayendo y ejecutando. ¿No nos produce pavor el ver un ahorcamiento o una muerte en la silla eléctrica? Amigos, parece que en este país, “ojos que no ven corazón que no siente”, y que defendemos con intensidad y apasionamiento posicionamientos políticos, y sin embargo no alzamos la voz contra la masacre diaria que se lleva a cabo en muchos de nuestros hospitales. Sólo la Iglesia Católica y las Asociaciones Pro vida nos hacen recordar que la muerte está a la vuelta de la esquina, y que la pena de muerte existe en España.