miércoles, 2 de septiembre de 2009

Humanizar el servicio a la persona mayor es empatizar con ella


Desde siempre, las personas mayores han producido en mí una sensación de ternura, y aunque así no lo quiera, también de protección y cercanía, como quien se acerca a un niño pequeño, indefenso, desprotegido, vulnerable. Es cierto todo esto, pero sin dejar de lado que son seres humanos con una gran experiencia a sus espaldas, personas que tienen un presente, un corto futuro y un grandioso pasado, lo que las hace personas muy interesantes de las que no solo podemos, sino que debemos aprender constantemente.

Desde hace unos años vengo trabajando con este sector de población bajo la dirección de centros de atención a personas mayores. No es fácil encontrarse con profesionales cualificados totalmente a este servicio, no lo es porque el servicio está demasiado comercializado, laboralizado, es decir, quizás muchas personas busquen una salida profesional digna realizando este trabajo, pero no todas tienen un sentido vocacional en este servicio. Esto es un gran problema, porque muchas residencias de ancianos se ven realmente dificultadas a la hora de encontrar profesionales entregados a esta labor, una labor ardua y difícil pero que llega a realizarte interiormente.

Pienso y creo sinceramente, que es una obligación de nuestros centros el humanizar el servicio a la persona mayor, que esta labor no sea solo de cumplimiento, de hacer algo con ellos, de lavarlos, darles de comer, asistirlos correctamente, atenderlos exquisitamente, estar siempre atentos a sus necesidades, etc., sino que tiene que ir un paso más allá. Este paso del que hablo es precisamente esta humanización de la atención que exige un plus.

Para entender correctamente lo que quiero expresar, es necesario acercarnos previamente al término “empatía” que es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Si se quiere de otra manera: es intentar meterse en la mente y el corazón de la otra persona para saber cómo está, qué le sucede y cómo puedo ayudarle a salir de esa situación.

Una vez entendido el término, me remito a lo que les decía anteriormente, a que ese plus, esa humanización se da cuando se empatiza con la persona a la que atiendes. Empatizar, pues, cuando se habla con ellos, empatizar en sus enfermedades, incluso en sus demencias. Sólo quien empatiza, humaniza el servicio, de ahí la importancia de que todos los que trabajamos en el sector seamos conscientes de esta realidad para poder llegar no solo al cuerpo y al corazón de la persona a la que atiendes, sino también a su mente. Bajar al pozo de sus tristezas y miserias para salir de él acompañándolo, acudir, sin temor, al abismo de sus miedos para emerger juntos, llegar a sus incertidumbres y proyectos para poner puntos de encuentro que nos permitan atender como ellos requieren ser atendidos.

Creo que el que busca un servicio y atención así, no sólo cumplirá con su trabajo de una forma ejemplar, sino que será un trabajo humanizado y humanizante.



José Ramón López Oroza es Director de Centros de Servicios Sociales, actualmente Dirige la Residencia de Mayores “Edad Dorada” en Ávila

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